Uno de los dilemas del Paradigma es el ritmo en que se modifican las demandas en cuanto a profesionalización y conocimientos requeridos y los tiempos empleados para modificar los programas y planes de estudio. Ese desequilibrio hace que muchas veces estemos enseñando cosas que los alumnos ya saben o ya no necesitan saber.
La Universidad debería plantear espacios de nivelación optativos y de acreditación obligatoria, y modificar sus planes y programas constantemente, y de acuerdo al alumnado.
Muchas asignaturas de primero y segundo año repiten contenidos trabajados en el nivel inmediato anterior (secundaria), provocando el aburrimiento de adolescentes inquietos que quieren más, y que cuando algo los aburre, simplemente se van.