Poner el foco en el aspecto humano a cada participante de la relación de aprender - enseñar vuelve la atención a la capacidad exclusiva de las personas como ser pensante, que es la capacidad de mejorarse a sí misma por propia voluntad, es decir por elección propia.
Si bien a la hora de decidir estudiar una carrera universitaria influyen muchos factores externos (presiones familiares, económicas, sociales, etc.) es una elección personal, el alumno elige voluntariamente venir a formarse y recalco esto ya que me parece de vital importancia desarrollar esta capacidad cognitiva del alumno y de alguna forma hacer crecer un espíritu con sed de conocimientos.
Desarrollar en el alumno una capacidad receptiva lleva de ganas de aprender, tener curiosidad por diferentes aspectos (puede ser o no de la materia que estoy dando) hace que no pierdan una mente que es capaz de mejorarse solo con la voluntad.
Sembrar un espíritu
receptivo "combate" con lo limitado que puede llegar a ser nuestra
enseñanza, limitado ya sea por tiempo o por espacio o también por nuestra
capacidad (hay que mantenernos humildes también ), ya que queda en el alumno
la disposición ilimitada de poder seguir aprendiendo fuera de clases y, también
muy importante, después de recibirse.