Buenas Tardes.
Teniendo en cuenta lo aportado a lo largo de toda la diplomatura, considero que los principales desafíos actuales para construir aulas emocionalmente inteligentes son multifacéticos y se pueden agrupar en varias áreas clave:
1. Desafíos para los Docentes
• Falta de Formación Específica y Continua: Muchos docentes no reciben en su formación inicial las herramientas concretas para enseñar y modelar la inteligencia emocional. A menudo, la formación en Educación Socioemocional (ESE) es un taller aislado en lugar de un pilar integrado en la pedagogía. El desafío es pasar de la teoría a la práctica diaria en el aula.
• El Bienestar Emocional del Propio Docente: Un docente que sufre de estrés crónico, agotamiento (burnout) o que no ha desarrollado sus propias competencias emocionales, difícilmente puede crear un espacio seguro y empático para sus alumnos. La "carga emocional" del trabajo docente es inmensa y, si no se gestiona, se convierte en el principal obstáculo. No se puede dar lo que no se tiene.
• Gestión del Tiempo y la Presión Curricular: Los docentes se enfrentan a la presión constante de cumplir con un currículo académico extenso. Muchos ven la enseñanza de habilidades emocionales como "una cosa más que hacer", en lugar de entenderla como la base que facilita todo el aprendizaje académico. El reto es integrar la ESE de manera transversal en todas las asignaturas, y no como una actividad separada y ocasional.
2. Desafíos relacionados con los Alumnos
• Diversidad de Necesidades Emocionales: Cada aula es un microcosmos con una enorme variedad de realidades familiares, culturales y personales. Los alumnos llegan con traumas no resueltos, estrés familiar, ansiedad o condiciones del neurodesarrollo (TDAH, TEA, etc.). Un enfoque único para la gestión emocional es ineficaz. El desafío es personalizar y diferenciar el apoyo emocional.
• Impacto de la Tecnología y las Redes Sociales: Los niños y jóvenes viven inmersos en un entorno digital que puede afectar negativamente su desarrollo emocional. El ciberacoso, la comparación social constante, la gratificación instantánea y la disminución de la interacción cara a cara impactan su capacidad de empatía, regulación emocional y resolución de conflictos en el mundo real.
• En estos últimos años en la docencia: se observa notoriamente un aumento en los niveles de ansiedad y depresión, déficits en habilidades sociales y una menor tolerancia a la frustración desde las edades más tempranas. Los docentes se enfrentan a una "brecha emocional" que requiere una atención especial y paciente.
3. Desafíos Sistémicos y Culturales
• Falta de un Enfoque Integral en la Institución: La creación de un aula emocionalmente inteligente es mucho más efectiva si forma parte de una cultura escolar coherente. Si un docente se esfuerza, pero las normas del colegio, la actitud de otros colegas o las directivas no están alineadas, su trabajo queda aislado y pierde impacto. El reto es que la inteligencia emocional sea un proyecto de toda la comunidad educativa, que la misma forme parte de este nuevo PEII.
• La Medición del Éxito: Los sistemas educativos están muy enfocados en la evaluación de resultados académicos cuantificables (calificaciones, resultados en pruebas estandarizadas). Medir el desarrollo de la empatía, la resiliencia o la autoconciencia es complejo. Esta dificultad para "medir" el impacto de la ESE puede hacer que se perciba como menos prioritaria frente a las asignaturas tradicionales.
• Involucramiento de las Familias: El aula es solo uno de los entornos donde el niño se desarrolla. Si en casa no se validan las emociones, no se utiliza un lenguaje emocional o existen dinámicas disfuncionales, el trabajo realizado en la escuela se ve seriamente limitado. El desafío es crear puentes sólidos y educar también a las familias sobre la importancia de la inteligencia emocional.
En resumen, el mayor desafío es pasar de un paradigma educativo centrado casi exclusivamente en lo cognitivo a uno que entienda que el aprendizaje y el bienestar emocional no son dos elementos separados, sino que están intrínsecamente conectados. Superar estos obstáculos requiere un cambio profundo que involucra la formación docente, la cultura escolar, las políticas educativas y la colaboración con las familias. No es una tarea sencilla, pero es una de las inversiones más importantes que podemos hacer en un futuro cercano.
Ahora bien, poniéndome en los zapatos que uso todos los días al ingresar a la institución, los desafíos se vuelven mucho más concretos y, a veces, abrumadores. Aquí los describo desde esa perspectiva personal de cómo se vive en las instituciones donde trabajo, desde mi rol como Directora y Asesora Pedagógica en diálogo cotidiano con los docentes: DESCRIPCIÓN DE DESAFÍOS CONCRETOS
1. La Tiranía del Reloj vs. La Necesidad del Corazón
Esto se vive casi todos los días. El timbre suena, el docente tiene 35 o 40 minutos para explicar por ejemplo la fecha patria Revolución de Mayo, desde un momento lúdico. Pero ve que Martina tiene los ojos llorosos porque nadie jugó con ella en el momento del juego libre, o que Leo está frustrado y a punto de romper su hoja porque no entiende lo que tiene que hacer.
• El dilema es inmediato: ¿Interrumpir el plan de clase para atender esa necesidad emocional? Si lo hace, dedica 15 minutos a gestionar el conflicto, a validar los sentimientos de Martina, a ayudar a Leo a regular su frustración. Esos 15 minutos son de oro para el alma del aula, pero son 15 minutos que "pierde" en dar la clase. Si no lo hace, cumplo con el currículo, pero el clima se enrarece, Martina se desconecta y Leo acumula más enojo. Siente constantemente que se ve obligada a elegir entre ser un buen instructor y ser un buen educador.
2. El Propio Vaso Emocional: ¿Puedo Dar lo que No Me Queda?
Hay días en que observo que algún docente llega al aula con su propia mochila. Ya sea por dormir mal, discutir en casa, preocupado por una cuenta que no pudo pagar o por estar agotado de la reunión de personal de ayer o porque estuvo preparando los informes del periodo. Y justo ese día, dos alumnos tienen una pelea fuerte por un juguete y se muerden dejándole uno la marca al otro, otro se niega a trabajar y un tercero no para de interrumpir con sus conductas disruptivas.
• La procesión va por dentro: Su reacción instintiva es la impaciencia. El enojo, la angustia. El hartazgo. Y es en ese preciso momento cuando tiene que hacer el esfuerzo más grande: respirar hondo, poner su propia emoción en pausa y responder con la calma y la empatía que ellos necesitan. Es un acto de autorregulación extremo y es agotador. Hay días en que suelen expresarme que sienten que su vaso emocional está vacío/a y aún así tienen que seguir adelante acompañando a los demás.
3. Un Traje a Medida para 27 Alumnos (con un solo par de manos)
Enseñar sobre emociones no es como enseñar una fórmula matemática. Lo que funciona para uno, no funciona para otro. Por ejemplo, tenemos en un aula a Sofía, que es muy extrovertida y necesita hablar de lo que le pasa. Al lado está Tomás, que es introvertido y se siente expuesto y avergonzado si le pregunto directamente cómo se siente. Luego está Julián, con TDAH con el subtipo hiperactivo-impulsivo, cuya frustración se manifiesta en impulsividad física.
• La realidad en el aula: Mientras intento calmar a Julián, Sofía demanda mi atención y Tomás se esconde más en su caparazón. Siento que soy un malabarista tratando de mantener 27 platos girando al mismo tiempo. La teoría sobre la "educación personalizada" es hermosa, pero en la práctica, con recursos limitados y en solitario, es un desafío titánico.
4. La Muralla Invisible entre la Escuela y el Hogar
Celebramos como una victoria cuando un alumno, en lugar de empujar, usa las palabras que practicamos: "Me siento enojado cuando me sacas las cosas". Nos llena de orgullo. Pero ese mismo niño llega a casa y al día siguiente nos cuenta que cuando intentó decirle eso a su hermano mayor, este se rio de él, o que sus padres le dijeron "no seas quejoso y defendete".
• Remar en dulce de leche: Así es como se sienten a veces mis docentes. Sienten que construyen con sus alumnos un pequeño castillo de arena de confianza y herramientas emocionales durante tres horas y medias, y luego la marea de su realidad fuera de la escuela viene y se lo lleva por la noche. Es frustrante sentir que el lenguaje y los valores que fomentamos en el aula no tienen eco o, peor aún, son invalidados fuera de ella.
Estos desafíos no son teóricos, son el pan de cada día. La recompensa es enorme cuando ves un pequeño avance, cuando un niño logra nombrar su tristeza en lugar de pegar, empujar o morder. Pero el camino hasta ese punto es un esfuerzo diario, personal y, a menudo, muy solitario.