Narciso era un joven extremadamente hermoso, hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope. Desde pequeño, todos quedaban deslumbrados por su belleza, pero él despreciaba a quienes se enamoraban de él, sin importar cuán sinceros fueran sus sentimientos.Una de las personas que se enamoró de Narciso fue la ninfa Eco, que había sido maldecida por Hera para solo poder repetir las últimas palabras que escuchaba. Cuando trató de acercarse a Narciso, él la rechazó cruelmente. Dolida, Eco se fue a vivir en las montañas, donde poco a poco se consumió hasta que solo quedó su voz (de ahí viene la idea del "eco" como repetición del sonido).
Los dioses, viendo lo arrogante y cruel que era Narciso, decidieron castigarlo. Némesis, la diosa de la venganza, lo hizo enamorarse de su propia imagen reflejada en el agua de una fuente. Narciso, fascinado por su reflejo, no podía dejar de mirarlo y poco a poco se fue consumiendo, incapaz de separarse de sí mismo. Después de su muerte, en el lugar donde cayó, creció una flor que lleva su nombre: el narciso. El mito de Narciso es una advertencia contra la vanidad y el egocentrismo, y es de donde viene el término narcisismo, que se usa hoy en psicología para describir a personas con un amor excesivo por sí mismas.