Una de las versiones egipcias del origen del mundo cuenta que, al principio, solo existía el agua primordial. Atum, el dios creador, surgió por sí mismo del agua. De él nacieron Shu, el dios del aire seco, y Tefnut, diosa del aire húmedo, a quienes envió al otro lado del agua. Posteriormente, Atum envió a su ojo, la diosa Hathor. en busca de sus hijos. Ella los trajo de regreso y Atum, emocionado, lloró. Sus lágrimas se convirtieron en los primeros seres humanos.
Shu y Tefnut tuvieron dos hijos: Geb, dios de la tierra, y Nut, diosa del cielo. Nut se colocó sobre Geo y, de esa unión, surgieron las estrellas. Shu, su padre, separó a la pareja y sostuvo a Nut con sus manos. Así, el aire se interpuso entre la tierra y el cielo. Una vez al día, Nut se tragaba al Sol para luego darlo a luz nuevamente. Este fue el origen del día y la noche.
Este mito busca explicar la creación del mundo, los seres humanos, el día y la noche.