Los docentes somos responsables de generar estrategias para trasmitir nuestros conocimientos, motivando a los alumnos a aprender, propiciando la discusión y reflexión crítica de los temas, incentivando a los alumnos a opinar, criticar e indagar. Hay que mostrar cuán utilidad es el nuevo conocimiento, vinculándolo con temas actuales, con puntos que atraigan su interés. Ser espontáneos, intuitivos, prácticos y creativos para evitar el conocimiento frágil.
Debemos llegar a cada alumno, utilizando distintos métodos para que todos entiendan. Es inútil un docente rígido, que año tras año da la misma clase para cumplir con un programa, las clases magistrales en contenido y forma NO SIRVEN.
Una actitud empática motiva a los estudiantes: prestarles atención, escuchar lo que tiene para decir y estar abierto a sus inquietudes.
A lo largo de mi carrera disfruté y aprendí de aquellos profesores apasionados, didácticos, creativos, auténticos, quienes hacían de la docencia su pasión y ello se traducía en sus clases, esa es mi meta.
De forma crítica, pensé en el universo de alumnos, cada uno con su mundo, sus expectativas, sus intereses. Saber llegar a cada uno de ellos va a ser un punto fundamental para trasmitirle mi conocimiento. A lo largo del cursado, es importante cuestionarme sobre la interacción de todos los alumnos para detectar si es necesario reforzar algún punto en particular. La mirada crítica a tiempo evitará fracasos dolorosos.
En todo el proceso de enseñanza aprendizaje es importante que los alumnos aprendan a aprender más allá de ellos mismos y que los docentes aprendamos a enseñar más allá de nuestros conocimientos.
Con apertura, sin soberbia, con ansias de saber y con pasión por nuestra tarea, haremos de los estudiantes mejor estudiantes y prepararemos mejores profesionales. Para ello debemos auto evaluarnos en distintas instancias con pensamiento crítico, retroalimentando todo el proceso y obtendremos un resultado positivo de todo el proceso enseñanza-aprendizaje.