Las lógicas de las narrativas transmedias, digitales e interactivas
El diálogo entre interfaces no discrimina ningún tipo de dispositivo, gesto o secuencia de acciones. Las interfaces forman una red, una especie de gran hipertexto en perpetua transformación que ejecuta operaciones de traducción, movimiento y metamorfosis. Podría decirse que la misma existencia y evolución de las interfaces depende de las relaciones que logren establecer con otras interfaces. Si la interfaz no dialoga con otras interfaces, no evoluciona y corre el riesgo de ser reemplazada. (Scolari, 2018).
Con el advenimiento de la tecnología, los soportes comunicacionales por los que se transmitían los relatos fueron adaptándose a nuevos recursos e incorporando nuevos medios de comunicación para proyectar la historia. Los componentes de la narrativa tradicional se mantienen, pero empiezan a modificarse la manera de presentar y visibilizar ese relato: más medios, más formatos, más formas de dar continuidad a la historia.
Así, surge la narrativa transmedia o storytelling que busca incorporar diversidad de soportes comunicacionales (medios) y formatos para proyectar el relato. Sin embargo, este dinamismo también cambia otros elementos constitutivos del proceso comunicacional: cómo se relacionan los contenidos (ya no de manera lineal, incorporando hipervínculos), la participación de las audiencias (que tienen un rol más participativo en la construcción de la narrativa), y la diversidad de canales comunicacionales interconectados para visibilizar el relato de manera complementaria (multicanalidad).
Ahora bien, los entornos digitales contemporáneos han permitido ir más allá. Las narrativas digitales son la evolución de este proceso narrativo que incorporan también nuevos dinamismos y mayor interactividad, construyendo una experiencia inmersiva de las audiencias en la historia. Las instituciones que comunican públicamente han adoptado estos recursos y los han convertido en estrategias comunicacionales que permiten crear vínculos más duraderos con sus públicos: empresas, periodistas, artistas, políticos, instituciones de todo tipo. La comunicación digital les permite crear una marca, con valores y principios identitarios asociados a ella, que puede proyectarse en multiplicidad de canales, creando experiencias que involucran y hacen parte a sus públicos, en una presencia omnicanal: están en todos los momentos de nuestra vida cotidiana.
La narración transmediática se refiere a una nueva estética que ha surgido en respuesta a la convergencia de los medias, que plantea nuevas exigencias a los consumidores y depende de la participación activa de las comunidades de conocimientos. La narración transmediática es el arte de crear mundos. Para experimentar plenamente cualquier mundo de ficción, los consumidores deben asumir el papel de cazadores y recolectores, persiguiendo fragmentos de la historia a través de los canales mediáticos, intercambiando impresiones con los demás mediante grupos de discusión virtual, y colaborando para garantizar que todo aquel que invierta tiempo y esfuerzo logre una experiencia de entretenimiento más rica. (Jenkins, 2006).
Iremos viendo, en las clases subsiguientes, cómo estas estrategias de narrativas transmedias e interactivas se utilizan en diferentes rubros y espacios comunicacionales; ya no sólo como productos culturales de entretenimiento, sino también con fines institucionales: la creación y proyección de una identidad de marca.
Detengámonos en el formato de los contenidos que hoy consumimos: los entornos digitales, la nueva dinámica social, la portabilidad tecnológica, los tiempos cada vez más efímeros han consolidado un escenario propicio para los contenidos snack.
Más allá de la posibilidad de contar historias breves / micro-relatos, me gustaría que también reflexionemos acerca de lo que implica su concepto. Snackear = Picotear. Se me hace imposible no pensar en las condiciones de recepción: qué hacen las personas cuando consumen contenidos; en dónde se encuentran; qué profundidad pueden darle a su abordaje; con quiénes comparten; cuánto tiempo dedican.
La cultura del snack, indudablemente, también nos remite a una sociedad que no tiene tiempo para consumir en profundidad; por esto, picotea. Va saltando de historia en historia, de tweet en tweet, de foto en foto. Y se aburre con facilidad, por lo que hay que presentar un contenido dinámico, cada vez menos lineal, con botones que inviten a la acción (ver más, saltar de plataforma, abrir un documento, inspeccionar un mapa interactivo, scrollear una pantalla, deslizar imágenes), que permitan sugerir una lectura, pero que sea el usuario/a quien termine construyendo la conexión de la historia. Cada contenido presentado en un formato diverso ayuda a darle continuidad a una narrativa que cobra sentido a partir de sus interlocutores, quienes se sumergen, navegan, comparten y permanecen en pantalla. Se convierten, así, en promotores de esas marcas; en lo que llamamos en comunicación medios ganados.
Es importante pensar también que nada sucede de manera aleatoria e improvisada cuando buscamos promover ciertas actitudes en nuestra audiencia (sobre todo, adhesión): generar ideas, opiniones y mensajes organizados en base a una misma línea argumental a partir de tiktoks, tweets, clips, posts o stories, demanda elaborar una estrategia que deberá ser funcional a los objetivos SMART que determinemos para el desarrollo de cualquier proyecto comunicacional.
Para dar continuidad hacia la clase, les comento que el PDF que encuentran en este apartado encontrarán el resumen de la definición de narrativa transmedia o storytelling y los tres elementos constitutivos de su producción: hipervínculos, prosumidores, multicanalidad; no pueden faltar jamás para poder darle sentido a este formato de contar historias o la presentación/abordaje de cierta temática. Pensemos también en que la digitalización incorpora, además, la interactividad como elemento central. Y que, además, la multicanalidad evolucionó hacia experiencias comunicativas omnicanales, que incorporan la posibilidad de combinar lo digital con lo físico y presencial (pensemos, por ejemplo, en los QR, en los recitales interactivos durante pandemia o en el museo inmersivo de Van Gogh).
El desafío será, entonces, pensar en una estrategia que permita desarrollar contenidos lo suficientemente atractivos, pero también factibles de ser recibidos y consumidos respetando las condiciones de recepción de los usuarios, en una variedad de formatos y soportes que permita una inmersión sobre la temática abordada.