La caída de Ícaro

La caída de Ícaro

de RUIZ GERMANO CINDY KAREN -
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Mito seleccionado: La caída de Ícaro

Ícaro era hijo de Dédalo, un anciano sabio de gran conocimiento que fue capaz de construir el laberinto en el que el rey Minos encerró al minotauro. Dicho rey, para evitar que nadie lograra nunca saber como encontrar la salida del laberinto, decidió encerrar al sabio y a Ícaro de por vida en una torre.

Dédalo soñaba con escapar de su prisión, pero no podría escapar ni por tierra ni por mar. Con el tiempo llegó a la conclusión de que podría escapar por el aire, y de este modo fabricó con cera y plumas de pájaros dos grandes pares de alas de cera. Antes de partir, el sabio Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.

Ambos iniciaron el vuelo, escapando de su encierro. Pero Ícaro, viendo la belleza del Sol, pasó por alto las indicaciones de su padre y voló cada vez más alto, intentando acercarse hasta casi tocar el sol. Pero las alas no resistieron el calor, deshaciéndose y provocando que Ícaro se precipatara al vacío y muriera.


La caída de Ícaro nos advierte sobre el peligro y las consecuencias de desoír lo que la sabiduría dicta. A su vez, sobre el riesgo de actuar despreocupadamente sin tener en consideración las posibles consecuencias de sus actos. Esto nos enseña a que el instinto humano que poseemos, de perseguir metas o logros, siempre debe estar acompañado por una dosis de prudencia y conocimiento.  Debemos ser ambiciosos pero no de manera desmedida, sino siendo conscientes de nuestras limitaciones. Esta narrativa nos invita a reflexionar sobre cómo, en nuestro afán por alcanzar metas elevadas, podríamos descuidar los fundamentos que nos mantienen a salvo y en curso.