Partiendo de la idea planteada en el texto de pedagogía de la paz, en la actualidad existen dos formas de concebir al
cambio, por un lado, como generador de caos, de violencia, y por el otro, como oportunidad de crecimiento.
El enfoque sistémico juega un papel muy importante en el paso de un paradigma al otro, dado que permite: “vernos a nosotros mismos como partes del sistema al que estamos perjudicando…ver que lo que le hacemos al todo dentro del cual estamos nos lo estamos haciendo a nosotros mismos, nos está llevando a CO-OPERAR en lugar de COMBATIR, a buscar soluciones ganadoras para todos, en lugar de soluciones que me llevan a que “yo gano, tu pierdes”” (p. 25 Amstutz, Paillet y otra)
La catedra se posiciona desde el segundo paradigma, aquel que se focaliza en las posibilidades de transformar los momentos de crisis y los conflictos, en procesos de crecimiento personal, en oportunidades de conocernos mejor y de forjar vínculos con los demás.
La primera de las cuestiones que me pareció importante, que se aborda en el texto de pedagogía de la paz y que ya fueron mencionadas en la catedra, es su énfasis en la necesidad de una visión neutral frente a las cuestiones que aquejan a los individuos, una mirada desprejuiciada, abierta a la forma de concebir el mundo que tiene el otro: “Nuestras percepciones, así como también las formas que adoptamos para procesar y expresarnos, están condicionadas por lo que hemos vivido, por nuestras creencias... Esto nos abre a las miradas de los otros, que también están condicionadas por sus propios pasados y por sus creencias y por supuesto perciben, procesan y se expresan de maneras muy diferentes” (p. 16 - Amstutz, Paillet y otra).
La forma en que vemos el mundo, las decisiones que tomamos, el como reaccionamos, depende de nuestras experiencias, de nuestras formas de relacionarnos, y no será la misma que la de otras personas, por dicho motivo, debe mantenerse la posición del tercero neutral, que solo guía, que acompaña, pero no impone, no dictamina.
Como segundo punto de interés, Ury plantea que: el conflicto es producto de necesidades humanas básicas insatisfechas, principalmente aquellas de tipo emocional, como lo son el amor, el reconocimiento y el respeto, las cuales al no ser propiamente satisfechas derivan en la violencia (p. 133).
En base a esto, va a constituir una tarea muy importante, tanto para las sociedades, como para el rol del mediador o psicólogo, el poder reconocer y respetar las diferencias, las identidades de los sujetos, y asegurando su libertad, de modo que se evite el escalamiento de conflictos y se asegure la armonía de los sujetos.
Es importante resaltar que, al abordar las diferencias entre los individuos, no solo se plantea el respeto y la tolerancia, sino también la implementación de modos prácticos de abordar las tensiones cotidianas, mediante la enseñanza de habilidades de resolución de problemas, comunicación y empatía, control de la frustración y la colera, etc, que garanticen una buena convivencia, ya que, mediante este tipo de enseñanzas, las personas aprenden que la mejor manera de evitar una pelea es hablando sobre el problema, y que no es necesario recurrir a la violencia para resolverlo.
Como tercera cuestión, considero importante el planteamiento de que, una de las principales dificultades que surge al tener que mediar relaciones es que, cuando surge un problema, la mayoría de las veces las personas no saben cómo resolverlo, por lo que, en nuestro rol de psicólogos o mediadores, como dice Ury, deberemos ayudarlos a adquirir nuevos valores, perspectivas y habilidades para poder manejar mejor las diferencias.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que solo el conocimiento acerca de cómo resolver problemáticas no es suficiente, y que un
cambio solo será posible: si se modifica la percepción, la forma de ver al mundo que tenemos: “no podemos tomar como verdades absolutas e inmutables las que consideramos como verdaderas desde nuestra propia percepción” (p. 22 - Amstutz, Paillet y otra); y si, tal como dice el modelo del
cambio de la PNL, el sujeto está abierto a este (debe querer cambiar y darse a si mismo la oportunidad para cambiar).
Para concluir, y retomando la charla del miércoles pasado, el
cambio es posible, pero depende del sujeto, de su predisposición al mismo y de las herramientas con las que cuenta. Este
cambio a su vez depende de la capacidad del sujeto de convivir en armonía con los demás, de su disposición a respetar y solidarizarse con el otro, abriéndose al dialogo y la comunicación para la rápida resolución de conflictos. Desde el otro lado, el psicólogo o mediador tienen la tarea de, siendo un tercero neutro, empático, comprensivo, actuar como maestros, brindando información y guiando al sujeto; y como constructor de puentes: “actuando como terceros podemos alentar el dialogo, reuniendo a las partes en un lugar cómodo y neutral… actuamos como contenedores de contención” (p. 149 Ury).